jueves, 17 de mayo de 2012

Animales transparentes: arte de carne y hueso

Lo que se ve en las fotografías son animales reales. No son figuras artificiales ni imágenes tratadas digitalmente. Se trata del trabajo 'New World Transparent Specimens' del japonés Iori Tomita, un pescador que se empeñó en tratar químicamente los peces y otros animales para poder estudiar su organismo.

¿Cómo lo hace? Primero les quita las escamas o la piel y los sumerge en una mezcla de tinte azul, alcohol etílico y ácido acético. Luego los somete a un proceso químico que vuelve transparentes los músculos y demás tejidos. Por último tiñe los huesos y algunos órganos aplicando otra sustancia química y conserva al animal en glicerina. Aquí hay una explicación más detallada del proceso

Tomita vende sus obras en varias tiendas y galerías de Japón. Los animales más pequeños, como camaleones o tortugas, cuestan entre 20.000 y 200.000 euros.

Lo considera arte porque, según dice, cada espécimen es "una lente que proyecta una nueva imagen, un nuevo mundo que nunca has visto antes". Y eso es lo que, en última instancia, pretende el arte: hacernos pensar sobre las cosas más corrientes mostrándonoslas desde un punto de vista diferente.

Y a ti, ¿te parece arte?

- Más fotos e información en la web personal de Iori Tomita.




domingo, 13 de mayo de 2012

Una belleza racista. Hoppé en Fundación Mapfre


¿Puede una mujer de raza negra ser considerada guapa? Hoy nadie duda en decir que sí, pero a principios del siglo XX el ideal de belleza femenina en Europa era estricto: mujer blanca, de clase social alta y rasgos delicados. Las mujeres de otras razas podían ser "voluptuosas" o tener un erotismo "exótico", como las retrataba Gauguin, pero no eran consideradas guapas en el sentido tradicional.
Emil Otto Hoppé fue de los primeros fotógrafos en atreverse a romper estos prejuicios. En 1922 publicó El libro de las bellas (The book of fair women), donde, a través de 32 retratos de mujeres de diferentes razas, comparaba en igualdad de condiciones a delicadas modelos blancas con jóvenes negras de clase baja, latinas o indias.

Hoppé era uno de los autores más famosos en el Londres de los años 20 y 30 (retrató a la familia real británica, Einstein, Mussolini...) pero además trabajaba como fotógrafo de moda en desfiles y concursos de belleza. Esa experiencia a medio camino entre lo intelectual y lo más superficial fue clave en su lucha por acabar con los tabúes racistas.

El escándalo fue enorme entre la alta sociedad londinense y a punto estuvo de costarle su carrera. Ahora la Fundación Mapfre (Madrid) nos presenta varios de estos retratos para que valoremos el esfuerzo de Hoppé con ojos del siglo XXI.

Un trato que destrozó su carrera
La historia de cómo Hoppé cayó en el olvido es casi increible. Era uno de los fotógrafos más prestigiosos de su tiempo, pero hoy es casi un desconocido para el gran público. La culpa de esto la tuvo un muy mal negocio.

domingo, 6 de mayo de 2012

Aprender del dolor. Marina Abramovic en La Fábrica Galería


Marina Abramovic, "Selected Early Works" en La Fábrica Galería, Madrid (hasta el 2-6-2012) 

Siendo una niña, Marina Abramovic intentó partirse la nariz de un golpe. Le obsesionaba su tamaño y su madre no quería que se la operaran, así que se tiró de cara contra la pata de su cama para que no le quedara más remedio que llevarla al quirófano. Desgraciadamente falló y, en vez de la nariz, se hizo una brecha en un pómulo.

Esa falta de miedo al dolor físico ha marcado el arte de Abramovic, que ha dedicado casi toda su obra a llevar su cuerpo al límite, torturándolo literalmente. Según ella, para que un artista sea bueno debe tener una vida de sufrimiento, porque sólo así llega la verdadera inspiración.


Acuchillarse los dedos
Su performance Rythm 10 (1975) es un ejemplo de esto: colocó 20 cuchillos a su lado, extendió su mano sobre el suelo y empezó clavarlos lo más rápidamente posible entre los dedos. Lo grabó todo con un magnetófono y cada vez que se cortaba cambiaba de cuchillo. Cuando ya se había herido 20 veces, escuchó la cinta y empezó de nuevo, tratando de repetir los mismos movimientos, incluidos los errores, de la grabación. Es decir, volvió a cortarse a propósito otra veintena de veces.


Desnudada y agredida por el público
En otra performance, Rythm 0 (1974), Marina Abramovic se quedó de pie, inmóvil, mientras el público hacía con ella lo que le apetecía. Colocó junto a ella varios objetos (una pluma, una rosa, miel, un látigo, un cuchillo, una pistola, una bala, etc.). Pretendía estudiar cómo actuamos cuando nos dan poder absoluto sobre alguien. Durante las 6 horas que duró la obra, el público la desnudó, le cortaron cerca del cuello con el cuchillo, lamieron su sangre y la tumbaron en una mesa. Un hombre metió la bala en la pistola y llegó a ponérsela en la cabeza a la artista. Según dijo la propia Abramovic, si hubiera durado dos horas más, le habrían dado una paliza.