martes, 14 de agosto de 2012

Si Hopper hubiera sido fotógrafo...






Si te gusta Hopper, te encantará Gregory Crewdson. Suena a tópico de tráiler de película de acción, pero es la mejor forma de presentar la obra de este fotógrafo, claro heredero del estilo cinematográfico del pintor estadounidense

Como Edward Hopper, Crewdson habla de angustia y soledad. Los dos representan instantes misteriosos en los que el espectador debe jugar a imaginar la historia, como si se tratara del fotograma de una película de la que no sabemos el principio ni el final. 


Resulta muy curioso que un fotógrafo se inspire en un pintor para elaborar instantáneas casi cinematográficas. Para cada una de sus imágenes, Crewdson trabaja durante días como un director de cine: construye decorados, crea un story board, contrata iluminadores, maquilladores, decoradores y técnicos de efectos especiales (en este vídeo se ve cómo trabaja). El resultado  es esta curiosa mezcla de Hopper con toques de David Lynch que encanta y desagrada a partes iguales.

Pero lo más sorprendente de todo es que, a pesar del parecido entre estas obras, hay cierto toque de misterio que se pierde en el paso del lienzo a la fotografía. Al compararlas parece que la imagen real, por muy cuidadosamente retocada que esté, no alcanza el mismo poder evocador que la pintura. ¿Qué te parece? Déjanos tu opinión



viernes, 10 de agosto de 2012

Picasso y su infidelidad censurada

'Mujer Desnuda en el Sillón Rojo', Picasso (1932)
La historia del desnudo de Picasso en el aeropuerto de Edimburgo ha dado la vuelta al mundo: varios pasajeros pidieron que se retirara el póster que anunciaba la exposición del artista malagueño en la National Gallery de Escocia porque consideraban que era un desnudo demasiado escandaloso. Los responsables del aeropuerto lo taparon, aunque luego se arrepintieron y volvieron a dejarlo al descubierto.

A muchos les ha llamado la atención que un desnudo como éste, tan cubista y esquematizado, produzca semejante reacción. Pero si miramos a la historia del cuadro, quizá lo veamos con otros ojos.

Este lienzo pertenece a la serie de retratos más eróticos de Picasso. En ellos pinta a Marie-Thérèse Walter, su amante favorita y con la que estuvo engañando 8 años a su mujer Olga. El artista estaba tan enganchado a sus encuentros sexuales secretos con ella que le puso un piso en frente de su casa para tenerla cerca. Se cuenta que durante las sesiones de posado en su estudio, el malagueño se lanzaba sobre su musa sin importarle que su mujer estuviera en la habitación de al lado.

Marie Thérèse Walter
Toda esa pasión sexual está reflejada en este cuadro. De repente, las duras y angulosas formas de Picasso se volvieron suaves y redondeadas, indicando el movimiento sensual de un cuerpo que te envuelve y te absorbe. Hasta los brazos del sillón, también curvos, parece que nos quieren agarrar y atraernos hacia ella. Tan imposible le era resistirse al erotismo de esta mujer, que la cara es doble: en la mitad derecha puede verse el rostro del amante que acude ansioso a besarla.

Después de saber esto… seguro que muchos más se escandalizarían con el póster del aeropuerto de Edimburgo. O tal vez quienes protestaron tanto quieran ahora llevarse una copia a sus casas.

Por cierto, cuando Marie Thérèse se quedó embarazada, Picasso dejó a su mujer y se fue a vivir con ella. Pero el erotismo se esfumó pronto porque el pintor no tardó en dejarla plantada con la niña y se largó con una nueva amante, Dora Maar.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Un águila en el cuadro. Invendible pero con impuestos

El gobierno de Estados Unidos obliga a un coleccionista a pagar 23 millones de euros en impuestos por un cuadro que no vale nada. 

El águila de cabeza blanca es un símbolo en Estados Unidos, tanto que está en su escudo. Como homenaje, Robert Rauschenberg incluyó un ejemplar disecado en su obra “Canyon”, una de sus famosas mezclas de pintura, collage y escultura. El problema es que se trata de una especie protegida y por tanto está prohibido comerciar con ella. Por eso, aunque el valor real de la obra es de 52 millones de euros, el precio de mercado es cero.

La última dueña del cuadro, la marchante de arte Ileana Sonnabend, aceptó esta limitación y lo tenía cedido de forma indefinida al Metropolitan de Nueva York. Pero la cosa se complicó cuando, tras su muerte en 2007, la obra pasó a sus hijos. Hacienda, que tasa la herencia de obras de arte, exigió a los nuevos propietarios el pago de los impuestos habituales, en este caso el 45% del precio del cuadro. Y ahí está la polémica: al fisco le da igual que la obra fuera declarada invendible y para ellos aún vale los 52 millones en que fue tasada en su día. Los herederos están atrapados: deben 23 millones por una pieza que ni siquiera pueden comercializar.

Pieza de arte tribal hecha con plumas
No es la primera vez que usar en el arte animales de especies protegidas trae disgustos a los coleccionistas. En 2001, el Secretario de la Smithsonian Institution de Washington, Lawrence M. Small, apareció en la revista de este museo presumiendo de su colección privada de arte tribal del Amazonas. Las piezas, hechas con plumas de aves en peligro de extinción, llamaron la atención de unfuncionario del departamento de fauna protegida del gobierno de los Estados Unidos. Le condenaron a 100 horas de trabajos para la comunidad por tráfico ilegal de animales.


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