El gobierno de Estados Unidos
obliga a un coleccionista a pagar 23 millones de euros en impuestos por un
cuadro que no vale nada.
El águila de cabeza blanca es
un símbolo en Estados Unidos, tanto que está en su escudo. Como homenaje, Robert
Rauschenberg incluyó un ejemplar disecado en su obra “Canyon”, una de sus
famosas mezclas de pintura, collage y escultura. El problema es que se trata de
una especie protegida y por tanto está prohibido comerciar con ella. Por eso,
aunque el valor real de la obra es de 52 millones de euros, el precio de
mercado es cero.
La última dueña del cuadro, la marchante de arte
Ileana Sonnabend, aceptó esta limitación y lo tenía
cedido de forma indefinida al Metropolitan de Nueva York. Pero la cosa se
complicó cuando, tras su muerte en 2007, la obra pasó a sus hijos. Hacienda,
que tasa la herencia de obras de arte, exigió a los nuevos propietarios el pago
de los impuestos habituales, en este caso el 45% del precio del cuadro. Y ahí
está la polémica: al fisco le da igual que la obra fuera declarada invendible y
para ellos aún vale los 52 millones en que fue tasada en su día. Los herederos
están atrapados: deben 23 millones por una pieza que ni siquiera pueden
comercializar.
Pieza de arte tribal hecha con plumas |
No es la primera vez que usar en el arte animales de especies protegidas
trae disgustos a los coleccionistas. En 2001, el Secretario de la Smithsonian
Institution de Washington, Lawrence M. Small, apareció en la revista
de este museo presumiendo de su colección privada de arte tribal del Amazonas. Las piezas,
hechas con plumas de aves en peligro de extinción, llamaron la atención de unfuncionario del departamento de fauna protegida del gobierno de los Estados
Unidos. Le condenaron a 100 horas de trabajos para la comunidad por tráfico
ilegal de animales.
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¡Vaya envolao! Esto sí que es un problemón.
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