Antes de empezar, tranquilos. No voy a desvelar nada sobre la trama de Skyfall. Esto es simplemente una pista para entender mejor uno de los guiños artísticos de la última película de James Bond.
En un momento de la trama, el agente 007 tiene una cita con Q en la National Gallery de Londres para recibir nuevas armas para su misión. Bond ha decidido volver a la acción después de una buena temporada retirado y está en baja forma. Le preocupa estar haciéndose viejo y se sienta delante de un cuadro que refleja muy bien esos sentimientos: "El Luchador Temerario" (1839) de J. M. W. Turner.
La obra cuenta el último viaje de El Temerario, un navío de combate que luchó con la flota del almirante Nelson en la Batalla de Trafalgar (1805). El viejo barco, destartalado después de cumplir su misión, es arrastrado por un remolcador hasta la costa, donde será desguazado para vender su madera al peso.
El antaño temible velero aparece en esta pintura como un fantasma (blanco, muerto e inservible) que tiene que ser remolcado por una moderna máquina a vapor. La fea modernidad (oscura, sucia y humeante) ha vencido al ya inútil pasado. Turner representa así el implacable paso del tiempo, que no perdona por muy bonitos recuerdos que tengamos de él. El artista, que tenía ya 64 años, plasma en medio de un simbólico atardecer (el ocaso de la vida) su miedo a la vejez y a perder sus cualidades como pintor.
Estos mismos temores son los que Sam Mendes, director de Skyfall, quiere reflejar en ese maduro James Bond, que se para a meditar frente a este cuadro. Sin embargo, aunque entrado en años y quizá un tanto desfasado, la elegancia y experiencia indiscutible del viejo velero (como la del maduro 007) pueden resultar mucho más eficaces que la nueva y a veces vulgar forma de hacer las cosas. En definitiva: que la veteranía es un grado.
Me encantan estos guiños del cine al arte (al resto del arte). ¿Se supone que Bond ya va teniendo esa edad? ... interesante.
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