sábado, 19 de agosto de 2017

La historia del mosaico de Miró convertido en el altar de Las Ramblas

Después de atropellar a decenas de personas en La Rambla de Barcelona, la furgoneta de los terroristas se detuvo justo encima de un mosaico de Joan Miró. Una casualidad llena de ironía porque esta obra fue un regalo del artista a la ciudad para dar la bienvenida a todos los visitantes y turistas que llegan a visitarla.

Las grandes obras de arte nacen para lanzar un mensaje al mundo, más allá de las circunstancias y de la sociedad en las que nacieron. El mosaico de Miró, 41 años después de su creación, sigue defendiendo de forma incorruptible los mismos valores que al principio.

Cuando lo ideó en 1976, Barcelona era una ciudad que empezaba a abrirse al turismo y este trozo de pavimento quería simbolizar el calor de todos los vecinos hacia los que venían de fuera. 

Décadas después, cuando llegó el ocio masivo y la 'turismofobia', la obra de Miró continuó impertérrita con su mensaje acogedor.

Y ahora, cuando el terrorismo se sube a ese mismo pavimento peatonal para intentar arrasar con la convivencia entre personas de distintas razas y religiones, ahí está el mosaico. Hoy más que nunca, convertido en punto de homenaje a las víctimas, representa esos mismos valores de integración, acogida y respeto entre iguales con los que se creó.

En realidad el obsequio de Miró fue triple y pretendía saludar a los que llegan a Barcelona por mar, tierra y aire: el mosaico recibe a los que suben a la ciudad desde el puerto, la escultura 'Dona i Ocell' a los que entraban en coche por la Gran Vía (aunque hoy está en el parque Joan Miró) y un mural en el aeropuerto a quienes aterrizan desde el aire.

Joan Miró se negó a que el ayuntamiento protegiera el mosaico con un cristal o barreras. El artista quería que los turistas y visitantes pudieran pisarlo, que dejaran en él las marcas del uso, esas huellas que del tiempo compartido con los demás. Miró quería que la convivencia transformara su obra. Es todo un mensaje, un símbolo de fraternidad contra la intransigencia cerril del terrorismo. Una llamada a que nos abramos al visitante, al diferente, y nos dejemos transformar por él. 

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