lunes, 19 de septiembre de 2011

Lo que Barceló le debe a las termitas


El Festival de Cine de San Sebastián ha estrenado dos documentales sobre la vida de Miquel Barceló en África: “Los pasos dobles” y “El cuaderno de barro”, ambos dirigidos por Isaki Lacuesta.

Barceló viajó a África en 1988 huyendo, según dice, de la superficialidad de occidente. Sin embargo trabajar allí le supuso muchísimos problemas al principio.

Su idea original era representar en grandes lienzos la inmensidad del desierto, pero hacía tanto calor que la pintura se le secaba en el pincel, en el corto trayecto entre la paleta y la tela.

También estaba el inconveniente de la arena. Tenía que trabajar de espaldas al viento para que no le entrara en los ojos, pero esto hacía que el cuadro se manchara completamente de polvo y fuera imposible ver nada.

Y lo peor era dónde guardar las pocas obras que lograba terminar, porque las pusiera donde las pusiera las devoraban las termitas.

Finalmente tuvo que conformarse con pintar en un cuaderno. Así podía trabajar al resguardo del viento y, además, meter las hojas terminadas en una pequeña caja de metal donde no entraban los insectos.

Todo esto tuvo consecuencias en su estilo porque, al ser un formato muy pequeño, sólo podía centrarse en detalles de lo que veía a su alrededor. Así es cómo, según los expertos, Barceló aprendió a fijarse en las anécdotas de la vida cotidiana y empezó a estudiar en profundidad los objetos y la naturaleza.

Esas pinturas sobre papel se conocen como los “Cuadernos africanos” y demuestran que la evolución de un artista no siempre depende de él mismo. A veces hasta las termitas tienen algo que decir.

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