jueves, 17 de noviembre de 2011

Políticos y arte II: decoración de la Casa Blanca

Cada presidente de los Estados Unidos puede elegir los cuadros que más le gusten para decorar la Casa Blanca y sus preferencias casi siempre han reflejado bien su carácter como gobernantes. John F. Kennedy fue el primer gran renovador de la residencia presidencial. Su mujer, Jacqueline Kennedy decidió colgar 8 cuadros de Cézanne que, aunque parezca mentira, estaban guardados en el desván.

George W. Bush no tenía tan buen gusto artístico y se empeñó en colocar paisajes de dudosa calidad del desierto de su adorado Texas. Su favorito era el retrato de un cactus (en la imagen), obra de Tom Lea y que para muchos simboliza el “árido” y “agresivo” legado político que el ex presidente dejó en Estados Unidos.

Bush también se preocupó por ser políticamente correcto y ordenó que colgaran un cuadro de algún artista negro (sólo 5 de las 450 obras que había en la Casa Blanca eran de afroamericanos). Sin embargo no estuvo muy afortunado en su elección. Acertó con el artista, Jacob Lawrence, idolatrado por su lucha en favor de los derechos civiles de esta minoría. Pero falló en la obra, "Los constructores", ya que representaba a varios negros trabajando como peones. La comunidad afroamericana montó en cólera: para una vez que se veían negros en los cuadros de la Casa Blanca, éstos aparecían como mano de obra barata para el disfrute de los blancos.

Cuando Barack Obama llegó a la presidencia se propuso corregir esta afrenta y llenó las paredes de pinturas de artistas negros. Además, sustituyó un busto del ex Primer Ministro británico Winston Churchill que estaba en el Despacho Oval por otro de Martin Luther King. A diferencia de su antecesor, Obama sí que entiende de arte: tiene una colección privada e incluso se dice que enamoró a su mujer Michelle llevándola a un museo. Modernizó la decoración de la sede presidencial con cuadros abstractos de, entre otros, Mark Rothko, Richard Diebenkorn o Jasper Johns.

Sin embargo, también tuvo una metedura de pata. Entre las obras que escogió llamó mucho la atención un lienzo de Ed Ruscha en el que aparecen escritas las siguientes frases: “Creo que puede que… Espera un minuto… Quizá sí… Mejor pensado… Tal vez no…”. Sus rivales republicanos se mofaron de Obama ya que, según ellos, esas expresiones de duda representaban muy bien el carácter indeciso del presidente.

En Estados Unidos, los presidentes tienen libertad para decorar sus habitaciones y zonas de trabajo personales de la Casa Blanca, incluido el Despacho Oval. Les basta con elegir qué obras quieren y pedírselas en préstamo a varios museos nacionales. Cambiar los cuadros de las zonas públicas es mucho más difícil, porque necesitan el permiso del comisario oficial de la Casa Blanca y cumplir con dos requisitos: que la obra elegida tenga más de 20 años y que el artista en cuestión esté muerto.

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