jueves, 22 de diciembre de 2011

Cómo mirar a una mujer. Berthe Morisot en el Museo Thyssen

Berthe Morisot, "El espejo psiqué", 1876
Édouard Manet, "Nana", 1877
Estos dos cuadros son un buen ejemplo del machismo con el que los hombres retrataban a las mujeres en el siglo XIX. Ambos representan lo mismo: una joven arreglándose delante del espejo. Hasta la composición, el estilo y el año en que fueron pintados es parecido. Sin embargo, el de la izquierda es obra de Berthe Morisot, la primera mujer impresionista, mientras que la de la derecha la firma su amigo Édouard Manet, padre del movimiento.

En la pintura de Morisot la chica se viste de forma elgante y con un aire melancólico. Tiene la mirada absorta, como si estuviera meditando. La artista presenta el retrato íntimo de una mujer sensible pero inteligente, que piensa por si misma. Nos muestra, en definitiva, a una joven bella pero independiente.

La visión que da Manet aquí de la mujer no podía ser más diferente. Se trata de una prostituta en ropa interior que se maquilla justo después de haberse acostado con su cliente. Él la observa satisfecho desde la derecha del cuadro. La chica mira alegre e insinuante al espectador, como ofreciéndose a nosotros. Para Manet no hay lugar para retratos íntimos y reflexivos de la mujer: es un objeto de deseo al servicio del placer masculino.

Este enorme contraste tiene una fácil explicación. Además de paisajes, a los impresionistas les encantaba pintar escenas sórdidas de la vida urbana: cabarets, bares, prostíbulos, etc. Todos estos ambientes estaban totalmente prohibidos para una mujer de clase alta como Morisot, así que no le quedó más remedio que dedicarse a retratar espacios hogareños y familiares como el que vemos aquí.

En el siglo XIX las mujeres no podían estudiar en la Academia de Bellas Artes de París. Aún así Berthe Morisot se empeñó en ser artista y logró mostrarnos una imagen revolucionaria de la mujer, libre de los clichés y machismos de su época.

1 comentario:

  1. Bueno...está bien la deliveración, pero lo más importante, en todo esto no creo que esté más allá que la mera visión masculina o femenina de momentos íntimos. El resto...me quedo con la accesibilidad a los prostíbulos de las damas de bien.

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