Si eres de los que no para de garabatear con el
boli cuando habla por teléfono o te concentras mejor haciendo dibujos en el
primer trozo de papel que encuentras, hay un club hecho para ti: el Sumi Ink
Club. Aquí aseguran que tu manía de pintarrajear te puede ayudar a tener conversaciones más interesantes...
En él puede entrar cualquiera, es gratis y se reúne cada cierto tiempo en museos y galerías de todo el mundo. Objetivo: hacer dibujos o murales en grupo de gran formato. Sólo tiene unas normas muy sencillas:
- Todo el mundo usa el mismo material: tinta negra y
pinceles.
- Todos dibujan sobre la misma superficie (una pared o gran lienzo).
- Nadie debe pintar sólo en un fragmento, sino ir moviéndose.
- Cualquiera puede añadir lo que quiera en la parte
que ha dibujado otro.
¿Arte o taller de dibujo?
El Sumi Ink Club ha celebrado muchas sesiones desde 2005 en museos de Estados Unidos, Australia, y Europa. Puede parecer un taller más de los muchos que organizan los departamentos didácticos de los museos, pero sus creadores (Sarah Rara y Luke Fischbeck) lo conciben como una obra de arte. De hecho siguen toda una corriente nacida en 1998 y muy popular hoy día llamada Estética Relacional o Arte Relacional.
En este “estilo” lo importante no es crear una obra física (dibujo, escultura, etc.) sino hacer que la gente se relacione entre si, algo cada vez menos frecuente, para en última instancia intentar cambiar algo en la sociedad. El Sumi Ink Club se inspira claramente en una obra referente del Arte Relacional ideada por Rirkrit Tiravanija, que en 1992 convirtió una galería de Nueva York en una cocina donde servían gratis arroz y curry tailandés mientras los visitantes charlaban.
Pintura Sumi tradicional |
Además, este club de dibujo se basa en la técnica Sumi, practicada desde hace más de 2.000 años por monjes budistas zen de Japón. Para pintar, los maestros Sumi debían seguir años de entrenamiento muy estricto a base de meditación para alcanzar un estado de concentración total antes de coger el pincel. Los samuráis aprendían esta técnica como parte de su iniciación en el Bushido, su código de conducta, para alcanzar la calma espiritual y el control de emociones necesario a la hora de desenvolverse en la batalla.
Arriba: Sumi Ink club. Abajo: mural Maya, Keith Haring y ¿Dónde está Wally? |
Los participantes de los Sumi Ink Club no llegan a semejante nivel, pero según sus creadores, el acto de dibujar junto a otros tiene un efecto terapéutico: “Cuando estás sentado junto a alguien durante unas 2 horas, sin música ni comida ni una película de por medio… se produce una conversación bastante intensa. Se dice que garabatear puede ayudar a aprender. Las conversaciones que surgen son muy sinceras… muy especiales. Son muy diferentes de cualquier conversación que he tenido con desconocidos en correos o en el autobús”, dice Sarah Rara en la web kcet.org.
Sorprende que los dibujos que salen de estas
reuniones, aunque sean lo menos importante, tengan siempre un estilo muy
parecido: algo así como si Keith Haring hubiera versionado un relieve azteca para
publicarlo en un libro en blanco y negro de ¿Dónde está Wally?
No hay comentarios:
Publicar un comentario