miércoles, 8 de julio de 2015

¿Quién es el dueño de un mural? ¿El artista o el propietario del edificio?

'Monumento a Ed Ruscha' (1986) de Kent Twitchell. Borrado en 2006.
Kent Twitchell tardó 9 años en cubrir los 6 pisos de altura de su mural ‘Monumento a Ed Ruscha’ (1987), encargado por el Gobierno de los Estados Unidos para decorar una de sus sedes en Los Ángeles. Desgraciadamente, durante una reforma del edificio en 2006, un grupo de obreros limpió la fachada por error y tapó completamente la obra de blanco.
Twitchell llevó el caso a juicio y tuvieron que pagarle 1.100.000 dólares de indemnización. Pero, ¿están los murales realmente a salvo de los propietarios de los edificios que decoran?

'El legado' (Filadelfia, 2006) de Josh Sarantitis y Eric Okdeh
Aunque en Estados Unidos este tipo de arte urbano está protegido desde 1990 por la Visual Artists Rights Act, la norma es muy poco concreta y la destrucción de obras sigue siendo habitual. En teoría, cuando el dueño de una propiedad ha consentido e incluso contratado la realización de un mural, el artista tiene derechos de autor sobre la obra. 

Sin embargo, en la práctica el titular del inmueble puede borrar cualquier pieza pintada en sus fachadas siempre que avise con 90 días de antelación. En este tiempo el artista puede elegir entre perder el mural para siempre o arrancarlo de la pared, algo no siempre fácil ni barato de hacer.
Así quedará la torre junto al mural
Aun así, esta Visual Artists Rights Act y el esfuerzo de varios ayuntamientos estadounidenses por proteger las obras están haciendo que algunos propietarios se preocupen de llegar a acuerdos con los artistas antes de destruir las obras. 

Acaba de ocurrir en un solar de Filadelfia, donde una torre que está a punto de construirse iba a tapar un mosaico gigantesco llamado 'El legado' (en la foto), compuesto por más de un millón de teselas de cristal veneciano. Ante la presión de los vecinos, el dueño del futuro inmueble ha decidido cambiar el diseño del edificio para que el mural no quede totalmente tapado.



Dcha: 'Whale Tower' (Detroit, 1997) de Robert Wyland. Izq: el mural cubierto.

Sin embargo, el principal problema al que se enfrentan los murales no es la destrucción, sino acabar escondidos debajo de vallas publicitarias. Es lo que le pasó a Robert Wyland, a quien le encargaron en 1997 pintar ballenas en el lateral de un edificio de 34 pisos de Detroit. Cuando la creó, la obra estaba en una zona poco poblada y entonces la prioridad era embellecer la torre. Pero años después construyeron un estadio de béisbol al lado y la pared se convirtió en un escaparate perfecto a la vista de miles de personas. Resultado: los dueños pusieron en alquiler la fachada y ahora el mural queda tapado de vez en cuando por una lona gigantesca de publicidad. Un anunciante puede pagar hasta 18.000 dólares al mes por cubrir un muro con su marca, una cifra a la que es difícil resistirse.

El estadio Comerica Park con el mural tapado a la derecha.

Para unos, los murales pertenecen a la comunidad y deben ser protegidos ante la especulación inmobiliaria. Sin embargo, otros consideran que una ley excesivamente defensora de este tipo de obras puede ser perjudicial para los propios artistas. ¿Quién dejaría pintar un mural en su fachada si supiera que en un futuro nunca podrá hacer obras que lo tapen o construir sobre él?

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