Rastani durante su entrevista en la BBC |
"The Yes Men" lanza el bulo sobre Bhopal en 2004 |
Rastani durante su entrevista en la BBC |
"The Yes Men" lanza el bulo sobre Bhopal en 2004 |
En el nuevo libro sobre Antonio López (TF Editores) se ha colado, parece que por error, la primera imagen de su esperado cuadro de la familia real española. Se ve de lejos, borroso, a medio tapar y está sin terminar… Pero por fin descubrimos su secreto: Goya.
Es como si el “Retrato de la familia del rey Carlos IV” hubiera pasado por un lifting de 200 años. Y no es sólo porque nuestro monarca sea igualito a su tatara-tatara-tatarabuelo, con su mismo gesto distraído (hoy lo llamamos "campechano"). Si nos fijamos bien, las posiciones son idénticas pero con un pequeño cambio:
Mientras que en el cuadro de Goya la reina Maria Luisa está en el centro (porque según dicen es la que mandaba) y su marido a la derecha, en el de Antonio López los papeles están invertidos: Juan Carlos I es el protagonista y es la reina la que aparece a un lado.
Así pues, Juan Carlos I ocupa el lugar de la reina Maria Luisa. El rey actual hace los mismos gestos que su lejana abuela: pone el brazo derecho sobre el hombro de Doña Elena y acerca la mano izquierda a Doña Sofía.
A Don Felipe no le vemos porque está tapado por el papel de estraza, pero ¿apostamos algo a que viste de azul? Igual que el príncipe heredero del cuadro de Goya, el futuro Fernando VII, que aparece también muy lejos del centro de la composición.
Cuando su novia, la fotógrafa Lee Miller, le dejó en 1932, Ray cayó en una crisis terrible. Para superar la angustia que sentía creó una de sus obras más famosas: cogió un metrónomo que había utilizado años antes y le puso una foto recortada del ojo de su ex pareja. En la parte trasera del aparato escribió un breve manual de instrucciones que decía así:
“Coloca en el péndulo de un metrónomo el ojo de la persona amada a la que ya no volverás a ver. Pon en marcha el metrónomo hasta el límite de tu resistencia. Con un martillo, intenta destruirlo de un solo golpe”.
Mirar el ojo balancearse sin fin con el angustioso tic-tac de fondo nos
recuerda el poder hipnótico que el amor tiene sobre nosotros, hasta qué punto
actuábamos embrujados por la persona amada. Cuando hemos sacado toda la rabia reprimida, podemos descargarla a base de tomarla contra el pobre aparato.
Lo llamó “Objeto de destrucción”, un título que resultó premonitorio porque 24 años después, durante una exposición en París, un grupo de estudiantes siguió al pie de la letra las órdenes del autor y destrozaron la obra.
Con el dinero que le pagó el seguro, Man Ray compró otros 100 metrónomos para re-elaborar la obra en serie. Eso sí, les puso el nombre opuesto. Desde entonces se llaman “Objeto indestructible”, no sea que alguien tenga la tentación de volver a liarse a golpes con ellos…